SIERO

CARTA AL DIRECTOR

El monte comenzó a descontrolarse tras la entrada en la Unión Europea

Lunes 18 de Agosto del 2025 a las 19:08


🔎  Aumentar texto 🔎  Reducir texto

La entrada de España en la Unión Europea ha tenido efectos mixtos en el campo asturiano (y, por ende, español) con muchos aspectos positivos y que sirvieron al relanzamiento del país, pero con otro un tanto negativos. Si bien la adhesión trajo consigo ayudas económicas y la modernización de explotaciones agrícolas, también se enfrentó a desafíos como la competencia de productos más baratos y la adaptación a nuevas normativas. Además, la política agraria común (PAC) ha influido en el paisaje, potenciando la proliferación del monte en algunas zonas debido a cambios en los incentivos y subsidios. También la apertura de fronteras y la libre circulación de productos agrícolas generaron competencia con productos más baratos de otros países de la UE y de fuera de ella (con menos exigencias fitosanitarias), lo que afectó a los precios y a la rentabilidad de las explotaciones asturianas: ello llevó a más gente a la desmoralización y al éxodo, bajo la premisa de ‘nos vamos a la ciudad y por lo menos, con un poco de suerte, cobraremos un ingreso mínimo vital sin tantos problemas’.

La adaptación a las normativas europeas, especialmente en materia de seguridad alimentaria y medio ambiente, supuso costes adicionales para los agricultores y ganaderos, especialmente para las explotaciones más pequeñas. Apareció entonces el problema de la baja rentabilidad y de las dificultades para competir con explotaciones más grandes y eficientes: resultado, más abandono de tierras y la proliferación del monte. En definitiva, que los incentivos económicos favorecieron la migración de tierras agrícolas, lo que ha favorecido la expansión del monte en algunas zonas, especialmente en áreas con menor potencial productivo, con un evidente descontrol de la Naturaleza, fruto de la desidia, la abulia y el desánimo. Y esto no solo es aplicable a la Asturias rural, sino que a toda España. Por cualquier sitio que vayamos podemos ver caminos cerrados por los matorrales y prados y tierras de cultivos convertidos ahora en vergeles de zarzas. Antes la gente limpiaba las tierras, los linderos, los caminos, las orillas de los ríos: ahora nadie lo hace... ¿Qué queremos? La entrada en la UE tuvo muchas ventajas para el país que nadie pone en duda (nos situó políticamente en el mundo y relanzó nuestras obsoletas infraestructuras y la economía), pero cambió la fisionomía de nuestro mundo rural. Ya se pueden poner las autoridades a dedicar menos dinero a propaganda, electoralismo e independentismos y, por contra, a asignar partidas en condiciones para depurar el monte bajo y reordenar las plantaciones de pinos, eucaliptos y bosques similares, grandes propagadores en caso de incendios. La tarea es ardua, pero puede que se acometa porque, dado el descontento de la gente, es posible que el asunto de o quite votos. Imaginaros a quién va a votar un paisano que tuvo que defender su casa con una manguera o aquél que lo perdió todo ¡Quizás a nadie! Lo más probable es que se convierta en un antisistema....

Hay que reordenar científicamente y sin monsergas de demasiada ecología (con un prudente respeto a la Naturaleza y a las especies, desde luego) nuestro sotobosque y espacios arbolados. Porque es evidente que el clima está cambiando. La nueva glaciación queda muy lejos todavía: nadie la verá... Ni el último ancestro de nuestro ancestro común en cientos y cientos de años... Pero sí es cierto que nuestros hijos pueden llegar a enfrentarse a los albores de un nuevo periodo interglaciar, con un cambio drástico en las condiciones de vida. Los efectos ya los estamos viendo hoy (17 08 2025): casi 43 grados Celsius en Mieres (Asturias) y casi 44,7 en Huelva. No neguemos lo evidente. El clima ha cambiado siempre. Desde el principio de los tiempos y, sin irnos muy atrás (a fechas muy tempranas antropológicamente hablando), tenemos las evidencias geológicas de estas novaciones en la Prehistoria y en la Protohistoria (incluso ahora, en el mismo Holoceno). Pero ahora parece que todo se ha acelerado. Algunos científicos piensan que las llamaradas y tormentas solares atípicas actuales pueden representar un peligro para la tecnología moderna y, en casos extremos, para la salud humana (ya lo estamos viendo con las anormales temperaturas en grados Celsius). Además de interferencias en las comunicaciones, dañar satélites, afectar las redes eléctricas y, en situaciones muy graves, provocar apagones y daños en infraestructuras críticas...

Los cuatro períodos glaciales (durante la última Edad de Hielo) se bautizaron como Günz, Mindel, Riss y Würm (del más antiguo al más reciente), con 3 períodos interglaciales entre ellos, que tuvieron un clima similar al actual (ese es nuestro riesgo más inmediato: que estamos entrando en un nuevo sub-periodo interglacial). Los estudios pioneros en este campo fueron realizados en 1909 por Albrecht Penck y Eduard Brückner en los Alpes. Estas cuatro denominaciones de las glaciaciones corresponden a la de los valles de los afluentes del río Danubio, en cuyas terrazas glaciares se llevaron a cabo los estudios. Estos investigadores estimaron que solo el interglaciar entre Mindel y Riss se prolongó ± 240.000 años, cuando al total del período glacial apenas le atribuyeron ± 600.000 años. (Un interglacial actual no tiene por qué ser tan largo: se producen otros sub-periodos interglaciales en los que se va entrando muy lentamente, como ahora...). Y tras la Segunda Guerra Mundial, la incorporación de nuevas técnicas permitió estudiar el tiempo geológico desde el fondo marino, donde la sedimentación tiene lugar de forma lenta, continua y sin interrupciones erosivas. Los nuevos geólogos quedaron boquiabiertos con las muestras que hallaron en el lecho oceánico. La secuencia de cambios climáticos durante el Pleistoceno (hace entre ± 2,58 millones de años y ± 11.700) resultó más larga, compleja e intrincada de lo que se creía. Las estimaciones temporales de Penck y Brückner se revelaron incorrectas y pronto se demostró que el Pleistoceno se había prolongado desde unos ± 2,5 millones de años atrás hasta hace ± 11.000 años (comienzo del Holoceno). El registro marino, además, indicó que hubo muchas más de cuatro glaciaciones. Tan solo en los últimos ± 800.000 años se observan, al menos, ocho grandes ciclos climáticos, consistentes cada uno de ellos en una fase glacial y otra interglaciar, con muchas sub-fases intermedias (una de estas es la que nos supone un riesgo ahora a nosotros). Actualmente vivimos, como dije antes, en el Holoceno, el último período interglaciar del Cuaternario, relativamente estable y atemperado, que comenzó hace aproximadamente 11.700 años. Pero caminamos a pasos agigantados hacia un nuevo sub-periodo interglaciar (o interglacial), con una gran desertización a la vista y un notable cambio boreal en la cornisa cantábrica. El sol no funciona desde hace tiempo de forma regular (tormentas y llamaradas extrañas). Los científicos no creen que nos vaya a abrasar, como os comenté, pero sí predicen cambios como los que están ocurriendo. Amados próceres de la Patria: ya podéis ir dejando de subvencionar chiringuitos con millones de euros (y obras a sátrapas en Marruecos, Mauritania y otros lugares de dudosa legalidad democrática), que hay muchas familias pasándolo mal y ahora, encima, se queman sus pueblos, se queman sus casas, se queman sus vidas, se desesperan sus almas al verse abandonadas... De los 559 millones de euros que la Unión Europea puso en manos del Gobierno de España para la gestión forestal solo se han ejecutado 221 en el año 2025. Con ese dinero ya podéis poneros a llenar España de cortafuegos como los que yo conocí cuando era niño. A ver si podéis abandonar por un momento la florecilla y la paloma (es una ironía: que Dios las proteja), porque las casas, los pueblos, arden vilmente como casi nunca ocurrió y lo que se pierde es la vida, toda una vida, de mucha gente buena y honrada, que solo piensa en trabajar y procrear par que su descendencia se haga cargo de lo poco a mucho que tienen. Nunca en afanar... Buenas noches y buena suerte en el día de Gracias de Nuestro Señor Jesucristo de 17 de agosto de 2025. Gracias por soportarme. J Mill