SIERO

CARTA AL DIRECTOR

Adiós al chalet de la Avenida Buenavista, en El Berrón

Domingo 26 de Febrero del 2023 a las 09:45


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Esta semana he sentido una congoja como si lo que se perdió fuese mío. No sé de quién ha sido la culpa, no sé cuál fue la causa, ni por supuesto quiero saberla; lo que sí sé es que desde hace más de 18 años veía desde mi balcón un chalet que servía de hogar a un matrimonio que se sentía orgulloso de culminar ahí su vida.

Allá por el 2011, esta pareja, comenzó a construir un sueño que unos pocos años más tarde se materializó en lo que ellos denominaron “hogar para personas mayores”, el centro “Cálida Residencial”, contiguo a su chalet, en la Avenida Buenavista de El Berrón (Siero).

Por su entorno paseaban ambos con esa complicidad que te da la edad, con esa seguridad que te da la vida después de haber alcanzado todo aquello por lo que has trabajado.

Desde hace un par de semanas todo parecía distinto, pues no podía ser que la mudanza y el desalojo de la casa fuese por querer dar un paso más por parte de esa pareja, ... no sé por hacer una nueva reforma. Vi que a un contenedor tiraban cosas, maderas, me pareció extraño que quitasen las puertas, las ventanas, la barandilla, …hasta que el pasado martes 21 de febrero a las ocho de la mañana, nada más levantarme y abrir la ventana, veo una pala derruyendo la casa. No salía de mi asombro, ...pensé estar aun soñando. Un chalet nuevo, espectacular, que en cuestión de pocas horas se convirtió en escombros, ...como si no costase nada, ...como si todo fuese gratuito. Durante toda la mañana sentí una tristeza, una congoja, como si algo se me hubiese arrebatado, como si algo injusto estuviese ocurriendo.

El viernes 24 de febrero ya no hay casa, ni escombros, sólo vacío, …ya se ve solo el centro asistencial.

El desaliento, lejos de desaparecer, se transformó en tristeza cuando a media mañana de hoy veo llegar a la pareja, que antaño paseaba despreocupada y alegre, contemplar estupefacta las labores de desescombro de lo que fue su hogar. Él estuvo varias horas dando vueltas por el entorno del solar, observando las labores de los operarios, supongo que, con ojos de incredulidad, de estupor, de no saber qué estaba pasando, de ver que parte de su vida, de aquello conseguido con el sudor de muchos años de arduo trabajo, se cargaba a cazados en camiones.

No me imagino lo que aquel hombre, con el que en 18 años no crucé ni una sola palabra, estaba sintiendo en aquellos momentos, …de lo que sentía en su interior, de lo que se le estaría pasando por la cabeza, ...de lo desbocado de su corazón.

No sé cuál fue la causa, ni me interesa, pero no creo que haya una explicación lógica para que se destruya un bien que se encuentra en perfectas condiciones de habitabilidad, que lleva construido al menos una veintena de años, que sirve de hogar a un matrimonio de jubilados que tienen ahí el culmen de su vida. 

Por muy mal que se hayan hecho las cosas, por muy grandes que hayan sido los errores cometidos al construir un centro asistencial al lado de una vivienda, no me parece justo que la solución sea derruirla. No es justo, no es ético, y no sólo porque les hayan arrebatado su casa, sino también porque en los tiempos que corren, el mal menor no es tirar un recurso al vertedero, no es destruir algo como si fuese gratuito, como si no costase nada, como si no hubiese otras soluciones menos salomónicas, como si no hubiese gente con necesidades, …con necesidad de vivienda, con necesidad de reutilizar, ...como si las cosas no costasen o valiesen nada.

No es ético, no es justo, ni apropiado, y es por supuesto desproporcionado.