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VARIOS
Homenaje a Gaspar García Laviana en El Caricós.
Con motivo del 43 aniversario de su muerte, la asociación cultural El Llavaderu, el Foro Gaspar García Laviana y la asociación Por la Memoria de Gaspar García Laviana, celebraron un homenaje a su figura en el chigre cultural El Caricós, en La Pola Siero.
José María Álvarez, Pipo, quien fue párroco de El Entrego durante veinte años y de Valdesoto durante veinticuatro, lleva muchos años reivindicando “la figura del cura guerrillero que llevó la defensa de los pobres y desfavorecidos, de la justicia, la libertad y la dignidad de las personas hasta sus últimas consecuencias”. Con ese objetivo ha escrito el libro “Mientras yo viva, Gaspar no morirá”, donde habla de su vida, su personalidad y los acontecimientos y convicciones que le llevaron a tomar las armas “en legítima defensa contra las atrocidades, abusos, torturas y asesinatos que veía a su alrededor y de los que consideraba responsable a la dictadura de la familia Somoza”.
“Los curas obreros consideraban que debería haber cambios radicales en el modo de ser y vivir del clero y de la propia Iglesia”.
Gaspar García Laviana nace en Les Roces, El Entrego, en 1941 y en 1946 se traslada con su familia a Tuilla, donde su padre trabaja como minero y donde pasa su infancia. Comienza sus estudios eclesiásticos en 1952, en la congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, terminándolos en 1966, cuando es ordenado sacerdote y dice su primera misa en Tuilla. Hace Filosofía y Teología en Logroño, donde “ya empieza a manifestar sus preocupaciones y su voluntad de estar entre la gente obrera para solucionar problemas, promoviendo, junto a su compañero Pedro Regalado, una cooperativa de viviendas en el barrio obrero de La Estrella”, relata Pipo. “Pasará después cuatro años en Madrid, viviendo en la parroquia de de San Federico, estudiando Sociología, trabajando como cura obrero en una carpintería y compaginando todo ello con las tareas pastorales. Los curas obreros, una opción que tomaron uno pocos, consideraban que debería haber cambios radicales en el modo de ser y vivir del clero y de la propia Iglesia”.
Gaspar toma contacto con la realidad nicaragüense.
En julio de 1970, Gaspar y Pedro Regalado son destinados a Nicaragua, donde se hacen cargo de las parroquias de Tola y San Juan del Sur, en la diócesis de Granada, a las que pertenecen 42 comunidades rurales. Desde un principio, ambos se solidarizan con los campesinos y pescadores, pobres y víctimas de la injusticia, abusos y opresión sobre las que se asienta la dictadura de Anastasio Somoza. “Durante esos primeros años en Nicaragua, de 1971 a 1974, se centran en la acción social ayudando a construir escuelas, centros de salud, cementerios etc., en la formación de líderes seglares y en la denuncia de los males que había en su entorno”, señala Pipo, “como la lucha contra el prostíbulo de Tola, donde se explotaba a niñas, a veces vendidas por sus propias familias a la propietaria, o el apoyo a los campesinos de la comunidad de Las Parcelas en su lucha contra el terrateniente que quería quitarles las tierras que ellos habían convertido en cultivables”.
“Algunos sólo miran hacia el cielo de allá arriba, pero hay que mirar más bien hacia aquí abajo, donde están los prójimos de los que tanto habló Jesús de Nazaret”.
“Gaspar empieza a darse cuenta de que con la asistencia social puntual nos se producen cambios importantes, pues pasa el tiempo y todo sigue igual y él, una persona especialmente sensible a las necesidades y al sufrimiento de los más débiles, considera que también tiene que hacer algo para acabar con esa situación y construir una nueva sociedad, un mundo mejor edificado sobre la justicia, la verdad, la paz y la solidaridad. Por eso decide unirse a quienes combaten con las armas la dictadura somocista”, explica Pipo, destacando que “su opción de coger las armas, no por todos comprendida, está en consonancia con el Evangelio de Jesús tal como lo entendía Gaspar, pues algunos sólo miran hacia el cielo de allá arriba, pero hay que mirar más bien hacia aquí abajo, donde están los prójimos de los que tanto habló Jesús de Nazaret”.
Guerrillero en el Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Es en 1975 cuando Gaspar entra en contacto con el Frente Sandinista de Liberación Nacional, primero colaborando clandestinamente con el nombre de “Ángel” y después de forma ya oficial con el nombre de “Miguel”. Tras ir a Cuba para recibir formación militar, y ya de guerrillero en la montaña, se le conoce como “Comandante Martín” y ya es éste el nombre con el que el FSLN anuncia su caída en combate el 11 de diciembre de 1978, cuando faltaban siete meses para el triunfo de los sandinistas. La recopilación de sus poemas fue el primer libro editado por el nuevo ministerio de cultura, bajo el título “Cantos de amor y guerra”.
Por la Memoria de Gaspar García Laviana.
Jesús Manuel Álvarez, Chuso, quien también lleva años vinculado al reconocimiento de la figura del cura asturiano, presentó la asociación Por la Memoria de Gaspar García Laviana, que “nace con el objetivo de mantener vivo su recuerdo y hacer que su luz no se apague, dando a conocer su pensamiento y su obra”.
El acto concluyó con la lectura de varios poemas de Gaspar y escuchando “La tumba del guerrillero”, la canción que su amigo Carlos Mejía Godoy le dedicó.
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