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SOCIEDAD

Danza hecha con verdad y amor: Fin de curso de Mar de Violetas

Jueves 12 de Junio del 2025 a las 23:18


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Escribir sobre algo que emociona es como hablar en voz alta con uno mismo para que alguien, en algún lugar, escuche. Hoy escribo para que se escuche lo vivido esta tarde en el espectáculo de fin de curso de Mar de Violetas, ese espacio cultural ubicado en nuestro concejo que tanto arte y humanidad nos brinda.

Mar de Violetas es un proyecto vivo que combina danza, bienestar y comunidad, especialmente orientado a mujeres y jóvenes. En esta gala-espectáculo, demostró una vez más su capacidad de trabajar desde la verdad, esa que hoy tanto necesita el arte. Su misión va más allá de la formación técnica: busca construir una comunidad más cohesionada, basada en el respeto, la colaboración y el amor por la expresión artística.

Esta tarde, el Espacio Escénico de la Plaza La Habana se llenó de emoción, arte y complicidad. Candela Guerrero, visiblemente emocionada, presentaba a cada grupo o participante con palabras llenas de ternura, orgullo y gratitud, antes de que estos saliesen al escenario. En cada una de sus palabras se escuchaba agradecimientos, alegría, emoción. Parafraseo alunas de ellas: “El arte, hoy más que nunca, nos salva de los tiempos que corren".

Esta tarde se vivió una experiencia artística y sincera, donde la técnica se fusionó con la emoción, y donde la belleza nació del esfuerzo colectivo. Una vez más, la danza se convirtió en un lenguaje universal que unió generaciones, talentos y sensibilidades en un evento cargado de verdad, belleza y amor. Sobre el escenario se entrelazaron la danza contemporánea, la danza clásica y la cinta aérea. Fue una muestra que no solo celebró el cierre de un año de trabajo, sino también el poder transformador del arte. Cada coreografía, interpretada con entrega por alumnos de todas las edades —incluidos los más pequeños— fue un testimonio vivo de la pasión por la danza, de la fuerza del grupo y de la importancia del trabajo en equipo. Las piezas coreográficas no solo evidenciaron talento, sino también una narrativa colectiva. Sería imposible mencionar a todos los profesores y profesoras involucradas, pero bastó con ver los resultados en escena para agradecer su amor y sacrificio, convertidos en arte. Ese arte que nace de la unión y la familiaridad comunitaria, tan necesarios en los tiempos que corren.

Cada paso, cada giro, cada acrobacia aérea fue prueba de que el arte verdadero no necesita títulos ni etiquetas, necesita compromiso, sensibilidad y el deseo profundo de comunicar. Esta tarde quedó claro que en Mar de Violetas, el arte se enseña y se vive desde el alma, con pasión, honestidad y entrega.

El espectáculo de fin de curso fue mucho más que una simple muestra artística. Fue un homenaje al arte como espacio de encuentro, como vía de expresión y como herramienta de transformación. Al finalizar, mientras el público —casi doscientas personas— salía emocionado, se oía a alumnos y alumnas hablar con sus profesoras sobre el próximo ensayo, la próxima coreografía o simplemente compartir abrazos y risas. Queda claro que Mar de Violetas es una familia unida por la danza, que encontró en el escenario su forma de trasmitir fuerza, ternura y verdad.

El Tapín

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