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ASTURIAS

Los expertos apuestan por un cambio en la gestión forestal para poder controlar los incendios

Miercoles 27 de Agosto del 2025 a las 15:57


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ASEAVA organizó una mesa redonda el 27 de agosto, en el Hotel Silvota, en la que intervinieron técnicos especialistas en incendios forestales y ganadería extensiva. Los conferenciantes fueron: Paco Castañares, José Antonio González Díaz y Rocío Rosa García.

El experto forestal, Paco Castañares, comentó que los incendios que se están produciendo en España, estas dos semanas, son como “bombas nucleares”, por el alto poder calorífico. que emiten.  

“Nosotros llevamos advirtiendo de que este tipo de incendios iban a llegar a nuestro país inmediatamente después de los incendios de Portugal, en 2017, que fueron los primeros incendios de sexta generación, por su capacidad destructiva, su virulencia, su velocidad de propagación, que llegó a alcanzar en el norte de Portugal 14.000 hectáreas por hora, durante 10 horas seguidas. Y advertimos en 2018 que no tardarían más de 5 años en llegar a nuestro país. En 2022 vivimos un episodio ya de grandes incendios forestales de sexta generación, 18 en total en España, dentro de los miles de incendios que hubo aquel año, se quemaron 300 y pico mil hectáreas, un récord que ya hemos batido este año. El episodio se reprodujo después, cuando suele ser el tiempo en el que más habitualmente arden los montes asturianos, en la primavera de 2023.  Son incendios que no se pueden apagar, se sitúan fuera de capacidad de extinción prácticamente desde que se inician. Eso significa que no hay medios humanos, ni medios técnicos, ni medios tecnológicos, capaces de enfrentar ese tipo de incendios. Mientras se den las condiciones para que ardan, van a seguir ardiendo”, explicó.

Castañares afirmó que las condiciones son unas cargas de combustible, de vegetación, muerta, disponible para arder en los montes, y una gran coalición entre la carga de combustible que se produce en el interior de los bosques y que es la que origina el incendio, y la interacción con la atmósfera, particularmente en días de alta inestabilidad, como son los días de tormenta. “Eso hace que se multiplique por diez veces la capacidad destructiva de los incendios y, sobre todo, lo que es más preocupante, la velocidad de propagación, porque puede haber atrapamientos, porque muere gente. Estamos hablando de un problema no solamente medioambiental o de gestión de los bosques o de protección del medioambiente, estamos hablando de un problema de protección civil, de protección de la vida de las personas y de los pueblos en los que viven las personas. Se pueden prevenir pastoreando, utilizando el fuego de baja intensidad para evitar acumulaciones de combustible, que son las que generan estas intensidades, y haciéndolo, obviamente, en días en los que tenemos la seguridad de que no hay inestabilidad atmosférica para que pueda haber esa gran coalición y sobre todo gestión forestal, en definitiva, no es un problema de cambio climático, no es un problema de pirómanos, es un problema de gestión forestal”, afirmó.

Rocío Rosa García, investigadora del SERIDA, explicó que las normas protegen la biodiversidad, “el efecto que tienen los fuegos sobre la biodiversidad en la mayor parte de los casos es muy importante, y en este caso aún más. Lo seco que estaba, la profundidad que habrá alcanzado en el suelo y el nivel de daño que habrá causado ha tenido que ser muy grave. En el SERIDA lo que estudiamos es a los grandes herbívoros domésticos, en este caso que sería el ganado, y cómo se relacionan con la vegetación. Durante muchísimos años se trabajó en sistemas de producción animal, cómo mantener producción ganadera en espacios de montaña, en zonas más bajas y con el paso del tiempo se fueron incorporando muchísimas consideraciones también medioambientales de qué relación tenían, no sólo si se producía carne o leche, sino que qué relación tenía con el medio. Entonces nosotros lo que hemos trabajado es en lo que tiene que ver con las actividades agroganaderas y la productividad que pueden tener y la relación que tienen con el medioambiente. Un gran incendio es malísimo para todos, no sólo porque se reduzca la superficie forrajera, sino porque en estos casos los procesos de recuperación, dependiendo de las zonas y cómo se ve, van a ser muy pocos, muy duros, con unos incendios tan graves, y yo creo que afecta a la comunidad ganadera a la que dependa de esas zonas, que son pastables, y al resto de la población, porque este no es un problema de un punto concreto, esto es un problema que nos afecta a todos y la cantidad de cenizas en el ambiente tiene repercusiones sanitarias”, destacó.

José Antonio González Díaz, Doctor por la Universidad de Oviedo con la tesis Modelos de gestión del territorio, paisaje y biodiversidad, aseguró que estamos viendo el “tráiler” de lo que nos va a venir. “Tenemos que entender estos incendios como tráiler de la película que nos va a tocar vivir, porque no arde el monte, arde la manera que tenemos de enfrentarnos a ello. La mayoría de la gente vive en las ciudades, sólo un 20% de la población vive fuera del área central. La mayor singularidad ambiental que tenemos nosotros los asturianos es el monte. El monte de Asturias supone el 70% de las superficies forestal nacional. Ahora con un 30% de los sistemas rurales y un 40% de superficie actual. A pesar de que es uno de nuestros principales recursos, nosotros vivimos de espaldas a él. Y cuando digo que vivimos de espaldas, no me refiero sólo a los gestores que tienen competencia y advertencia de gestionar la situación a lo junto de la sociedad. Porque en última instancia, los gestores son la representación de la demanda que tiene la sociedad. Y como vivimos de espaldas a esa pieza territorial, hemos perdido una reflexión que es básica, que es nuestra capacidad de ver el paisaje, de ver los ríos que entran. Pero no nos dimos cuenta de que eso, en ese contexto territorial que tiene más complicaciones, tenemos un 50% de las propiedades de los montes todavía hoy sin desaparecer, y eso hace que sea prácticamente lo que tenemos en la percepción de que son tierra de nadie. Tenemos 7.000 entidades de población, además de números redondos, distribuidas por el territorio, cada una de sus padres y de su madre. Cada una de estas tiene, por término medio, el 50% tienen menos de 15 habitantes. Y el índice de envejecimiento es del 200%. Hablamos a partir del valor de 100 de envejecimiento. Somos una región ultra envejecida. Teniendo todo esto en cuenta tiene que cambiar la gestión forestal”, apuntó.

El Tapín

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