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SOCIEDAD
75 aniversario de la fuente Valle
El pasado día 14 de este mes de septiembre, y como es tradicional desde hace casi 20 años, solo interrumpida en el año de la pandemia, los vecinos del llamado Camín de la Cruciada, celebraron su habitual comida anual. Fue una treintena de personas de todas las edades los que pudieron acudir en esta ocasión que, como todas fue aprovechada para ponerse al día en las cuitas personales respectivas y, además, en esta ocasión se decidió hacer alarde de dos circunstancias que nos afectan directamente, pues en 2024 la fuente Valle cumple 75 años y hace solo unos días, se señalizó formalmente el camino que da servicio a nuestras viviendas.
Con estos dos hitos estos vecinos intentan mantener viva la memoria del pasado que configuró el modo de vida de nuestros ancestros y así seguir abonando un perdurable lazo de buena vecindad al tiempo que se transmite todo ello a los más jóvenes.
El Camín de la Cruciada
Dar visibilidad al nombre histórico del camino que conduce a las viviendas, es todo un hito puntual de los vecinos agrupados a su alrededor, quienes aspiran a que la zona sea declarada oficialmente “núcleo rural”.
Así pues, la antigua caleya, desde hace tiempo camino asfaltado, ya luce la señal de Camín de la Cruciada tal como se conoció toda la vida, y que últimamente corría el riesgo de olvidarse e incluso de perderse. Tras la solicitud correspondiente, el Ayuntamiento accedió a la petición vecinal y gracias a los auspicios de Iván Pérez concejal de Cultura, recientemente Asturias Sports SL, colocó la pertinente señal y ante ella, el vecindario directamente implicado posó tan orgulloso como contento.
La fuente Valle
A los 75 años de su primera piedra, aunque ya no atiende al cometido primigenio, la fuente Valle se mantiene viva gracias a las anuales sestaferias vecinales y al apoyo técnico municipal. Este aniversario de esta fuente-abrevadero, es buen momento para recordar un poco de su historia y los avatares vividos en torno a ella, tanto por el vecindario de dicha localidad en general, como particularmente por el del Camín de la Cruciada, muy cercano a Valle.
La fuente Valle se ubica en una hondonada del terreno, a la izquierda del río Tuernes, en Tuernes el Pequeñu, en la zona conocida como Valle, río aquél que desemboca en el Nora.
Recuerda Maruja ´l Obispo, la residente más veterana de la zona, que el brote de agua, abundante, que ahora alimenta al abrevadero y a la fuente, antes de las obras surgía del suelo, de entre la tierra y algunas piedras de regular tamaño, todo lo cual formaba un fuentón grande. En esta época, ya bebían allí les comuñes de vaques del vecindario y se lavaba la ropa, tarea esta última para la que se buscaba una piedra lo suficientemente grande para poder hacerlo cómodamente.
No hay constancia de quién o quiénes solicitaron al Ayuntamiento la construcción del conjunto que ahora vemos, pero en el libro de Actas del pleno municipal del 12 de julio de 1947, siendo alcalde de Llanera Benigno González Ablanedo -no figura quién era el pedáneo de San Cucufate- consta que la petición quedó “sobre la mesa”.
No hay más referencias al asunto en los libros municipales, hasta el 27 de agosto de 1949, cuando en el acta del plenario municipal presidido por el mismo Benigno, se decide autorizar las obras a cargo del vecindario y subvencionarlas con 1500 pesetas, subvención esta que suponía a las arcas municipales el 0,3 % del presupuesto de 1949, pues éste era de 498.000 pesetas.
Maruja recuerda que fue Segundo Paredes Fernández, al que se conocía como “Segundo Toiza”, el albañil que hizo al mismo tiempo el lavadero y el abrevadero, con la ayuda de los vecinos de la zona, sin poder precisar nombres de éstos ni la fecha exacta del final de las obras, ni de su recepción por el Ayuntamiento.
Segundo era albañil de prestigio que también construyó los llamados “transformadores de luz” del concejo de Les Regueres, reparó la capilla de los Mártires y las iglesias de Soto y Biedes, así como las básculas para la remolacha en La Granda y Santa Cruz. Era natural de Sienra en Santullano de Les Regueres, y tras casarse con Caridad García de Casa Toiza de Mariñes, en 1930 construyeron Casa Lala en dicha localidad, casa en la que vivieron y donde nacieron sus dos hijos.
Las comuñas de ganado del vecindario, tanto de las casas en aquél entonces del Camín de la Cruciada, como las de Manolón, Silvestre, Chinta, Ramos, Zapateru, Xuanón e incluso de Campana y Martínez abrevaban en el bebederu de Valle, aunque estas últimas tenían también otras opciones. El llevar les vaques al agua se hacía una o dos veces al día, generalmente a la mañana y a la tarde, y cuando coincidían varias comuñas al mismo tiempo, había cola en perfecto orden, tanto en la carretera como en el entonces caleya de la Cruciada. Les vaques de Ca Manolón y Silvestre además de en Valle, bebían algunas veces en el Charcón situado en la orilla de la carretera donde parte el camino a Manolón, y alimentado por las filtraciones de los prados hacia el Alto la Sierra e incluso de la Saltaredona, una fuente ya desaparecida sobre 1920, ubicada entre Ca Manolón y Ca Cruza.
En Valle, tanto antes de 1949 como después, y particularmente las vecinas de la Cruciada, pero también María Silvestre, Nieves Manolón, Teresa Chinta, Narda Ramos, … hacían la colada de sus casas. Aquéllos lavados de entonces tenían un proceso ancestral: Se iba a la fuente andando, con el balde cargado de ropa sobre la cabeza, con la rodiella protegiendo ésta, balde que se dejaba tras la propietaria sobre el muro paralelo al lavadero. Empapar la ropa, enjabonarla, refregarla, aclararla, nuevo enjabonado, tenderla al sol sobre el verde, nuevo aclarado y finalmente retorcido, si entre dos personas mejor, una a cada extremo de la pieza y cada una forzando hacia un lado para un buen escurrido; nunca faltaba el azulete, producto de color azulado que mezclado con agua y aplicado a la ropa blanca ya limpia pero aún húmeda, la dejaba reluciente; terminada la tarea, tomar el camino de regreso para tender la ropa a secar en la huerta de casa. Como anécdota, Maruja recuerda a Angelita y Leontina Viesca, lavando en Valle los pañales de Carmina, Marisa y Tino, sus hermanos más pequeños, cuando vivían aún en Ca Cruza. Celestina Ramos jugando con su hermano en el prado de Ca ´l Obispo al tiempo que su madre lavaba, cayó a la fuente y aunque Narda pensó lo peor, la recuperó sana y salva a pesar de no ser en un mes de verano.
Otra tarea muy habitual era lavar les tripes del gochu cuando la matanza de éste, tarea que se hacía en lo que hoy es bebedero y recordada con poca simpatía. El agua de Valle era muy apropiada para esta tarea, pues siempre estaba más caliente que la suministrada por la traída del conducto municipal, razón por la que para esto aún se seguía yendo a Valle cuando ya se contaba con el agua en casa.
La zona, fue siempre un lugar de acampada de personas de etnia gitana; montaban sus “jaimas” y tenderetes en el camino a la fuente durante días y recorrían la zona pidiendo comida y ropa, y en algunos casos vendiendo platos y tazas decorados en colores. Yo los recuerdo aún en la década de 1960 y la ropa que en un determinado momento les dio la citada Maruja, cuando se fueron, quedó abandonada en la sebe de Ca Manolón.
Y así transcurrieron dieciséis años donde la fuente siguió prestando sus servicios a personas y animales, familiarizándose tanto adultos como jóvenes con su presencia y utilidad. Con la acometida municipal del agua a las viviendas, en la primavera de 1965, aunque algunas casas ya tenían, se construyeron nuevos lavaderos y abrevaderos particulares, y el uso de la fuente fue decayendo, ocasionándose un progresivo abandono y deterioro. Y también desaparecieron las charlas, confidencias y encuentros que a buen seguro tenían a Valle como escenario mudo. No obstante, algunos vecinos de la zona seguían yendo a su abundante manantial por el agua para beber a diario hasta hace poco tiempo, y hay constancia de que, con esas aguas, fueron cristianizados algunos niños del pueblo en la década pasada.
Si bien la fuente y lavadero prestaron sus servicios a todo Tuernes el Pequeñu, quizá sean los vecinos del Camín de la Cruciada quienes se sienten más ligados a ella por su cercanía, y se resistían a que el deterioro de la fuente fuera en aumento; por ello en agosto de 2014 un grupo de ellos hicieron sextaferia para recuperarla, despejándola del barro y las zarzas que la tenían sepultada. En 2015, el Ayuntamiento acometió la restauración del conjunto y se rotuló con una leyenda escueta pero significativa sobre su existencia, evento que los vecinos celebraron con una numerosa excursión para “inaugurarla”. Desde entonces y hasta hoy, fue engalanada varias veces por San Juan, llevándose el premio de enramado de San Cucufate en los años 2018 y 2023. En 2022, fue escenario del concierto del “Duo Ayalga”, organizado por el Ayuntamiento en su ciclo de “Conciertos en Lavaderos”. Fue parada obligada en las rutas organizadas por la Asociación de Vecinos de San Cucufate en 2016 y 2022, y el escenario del “vermut gastronómico” que los del Camín de la Cruciada organizaron para celebrar el premio de enramado.
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