OPINION
El Amor Romántico
Como llegará la fecha de San Valentín en unos días, se me ocurrió que quizás este era un tema propicio para hablar de él.
No se vayan a creer el título que solamente es eso, un título, y además es un mito. O más bien un conjunto de varios.
Son varios mitos y, además, son muy dañinos para las parejas y, sobre todo, para las mujeres.
No vamos a hablar del ya tan manido “quien bien te quiere, te hará llorar”, porque a estas alturas entiendo que todo el mundo sabe lo que significa, que aguantes que te traten mal porque eso significa que te quieren. Pues no. En primer lugar porque es antinatural querer a quien te hace daño, no es amor, es dependencia de diversos tipos. Y, en segundo lugar, porque no se hace daño a quien se quiere.
Ya conté por aquí cómo el patriarcado nos va encaminando a las mujeres desde bien pequeñas a imaginar, pensar y buscar ese príncipe azul de los cuentos, libros, películas, series y publicidad. Y eso supone un gran problema para nosotras. Porque, sencillamente, no existe, y en este caso tampoco son los padres.
Vamos a comenzar por la fruta, el mito de la media naranja, no esperemos encontrarnos en la vida a alguien que nos complemente como si de otra mitad se tratara, encontraremos a personas de todo tipo con sus defectos y virtudes, como nosotras. Olvidaos, hombres y mujeres sois, somos, la naranja completa, alguna más redonda que otra como la que suscribe, pero eso para otro día.
Otro mito extendido es el de los celos como muestra de amor, no, los celos son una muestra de inseguridad, los celos significan control, dominio y posesión y solamente hacen daño a la persona y a la pareja, es necesario formar un vínculo que proporcione seguridad y confianza a la otra parte, no hay nada positivo en los celos.
Cuando se habla de que el amor todo lo puede, también se está hablando de un mito, algo que no es real, porque las parejas, los proyectos de vida compartida, no pueden sustentarse en el amor solamente, porque debe existir una meta común, una compatibilidad en gustos o aficiones, sin que ninguna de las dos partes tenga que renunciar a nada “por amor” a la otra parte, tiene que haber confianza y comunicación.
Lo del amor a primera vista también es frecuente escucharlo y es algo imposible, a primera vista alguien nos puede despertar una atracción física, que tampoco es exclusiva porque nos pueden atraer varias personas, es mediante el conocimiento y el trato cuando se va forjando esa complicidad o esa no complicidad, en ocasiones terminará en una relación más consolidada y en otras no. Así de simple.
Pero de todos, el mito que más daño hace a las mujeres es la idea de que necesitas tener pareja para ser feliz. De hecho es común preguntar a las niñas y niños si tienen novia o novio desde bien tierna edad, y eso que puede parecer una gracieta o una simple broma, junto con el resto de elementos de socialización como tv, cuentos, etc., despierta ya en la infancia una especie de necesidad que es ficticia.
En primer lugar porque solemos presumir que van a ser personas heterosexuales y no damos por hecho que a una niña no tienen por qué gustarle los niños sino las niñas, y en otras ocasiones porque, como digo, pareciera que queremos despertar en edades tempranas una necesidad que no lo es.
Porque ni hombres ni mujeres necesitamos una pareja para ser felices, porque vamos creciendo en un ansia interior por encontrar a alguien para sentirnos “normales” y porque más tarde, si forjamos una relación con otra persona, nos pensamos muy mucho en dejar esa relación aunque nos suponga mucho dolor, por el qué dirán, porque si fracasamos en esa relación nos sentimos personas fracasadas en la vida de manera general, especialmente las mujeres a quienes se nos inculca desde muy pequeñas esa obligación de tener a quien cuidar.
Y ¿cuál es la alternativa?, la alternativa es el amor igualitario en el que nadie necesita controlar, ni dominar ni imponer nada a la otra persona sino que ambas deciden por igual y se relacionan a un mismo nivel.
Construyamos relaciones de amor basadas en el respeto, la libertad y la confianza.
Promovamos relaciones afectivas en las que las personas se puedan ver completas y en libertad, en las que se confía y reconoce la importancia de los espacios y, sobre todo, de los límites. En las que se da y recibe en igualdad de condiciones.
Es tan fácil como liberar a nuestras relaciones de los estereotipos que tanto daño nos han hecho a las mujeres a lo largo de la historia.