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SOCIEDAD
Irene Díaz "escarba" en la memoria de Llanera y en la suya propia en su pregón
Señor alcalde de Llanera, querido Gerardo, señores concejales, anteriores pregoneros y pregoneras que me han precedido en esta tarea, señoras y señores
Tengo que confesar que cuando nuestro alcalde, Gerardo, me propuso ser la pregonera de esta fiesta, sentí tanta emoción como responsabilidad. Es un honor indescriptible y un privilegio que llevo con mucho orgullo. Esta responsabilidad me llena de gratitud y también de un profundo sentido de compromiso, ya que, de alguna manera, mi voz hoy carga con la historia y las tradiciones que nos definen, y siento el peso de las generaciones que me preceden y la responsabilidad de mantener viva nuestra cultura.
Sobre la fiesta
Porque hoy nos vestimos de gala para celebrar nuestra historia, nuestra cultura y nuestras raíces!
Todo comenzó cuando la reina Doña Urraca la Asturiana donó “cum tota Lanera integra” a la iglesia de San Salvador de Oviedo y a su obispo Pelayo. A partir de entonces, el concejo de Llanera estuvo sujeto al señorío del obispo de Oviedo, quien nombraba los notarios, comendadores y mayordomos que administraban justicia y recaudaban las rentas de la tierra. Con la llegada en 1390 del obispo de origen francés, D. Guillén de Monteverde, se fue generando en Llanera un malestar que finalizó en la sublevación contra el Comendador en el año 1408, negándose a pagar los altos tributos a los que estaban sometidos. Por semejante osadía, el Obispo Guillén los excomulgó y se vieron aislados del resto de sus convecinos.
Se cerraron las 10 iglesias de la Llanera de entonces, las de San Salvador de Rondiella, Santa María de Anduerga, San Cucufate, Santa María de Lugo, San Miguel de Villardevello, Santa Olaya de Ferroñes, San Nicolás de Bonielles, San Martino de Cayés, San Juan de Ables y Santiago de Arlós, aunque según cuenta Ruiz de la Peña, los curas rurales hacían alguna excepción con los campesinos exconxuraos en su oposición al poder del obispo.
Los Llanerenses resistieron 4 largos años, pero buscaron una salida a su situación, que llegó en parte gracias al relevo, por fallecimiento, del obispo de Oviedo. Esta reconciliación llegó vía sometimiento a las leyes de la época: peregrinaron en procesión vestidos con un sayo de saco y con ceniza en la cabeza, como señal de arrepentimiento y expiación, a la catedral de Oviedo para alcanzar el perdón. A cambio, se les prometió respetar sus libertades y privilegios.
Hoy, gracias a la repercusión de esta fiesta, toda Asturias conoce esta historia que Llanera rememora. Es, en definitiva, una historia de rebelión pacífica y silenciosa, de resistencia y de reconciliación.
También es una historia de identidad local porque ante la adversidad, y lejos de rendirse, los exconxuraos de Llanera encontraron una razón más para unirse.
Los exconxuraos son hoy seña de identidad de los Llanerenses. Martínez Marina refraneaba, perjuraos en Llanera, si los buscas, nunca faltan. También Ruiz de la Peña, en su obra “Los perxuraos de Llanera”, publicada por cierto por el servicio de publicaciones de la Universidad de Oviedo, señala que la tradición de identificar a los habitantes de Llanera como los rebeldes conxuraos o perxuraos, se mantiene muy viva hasta principios del siglo XX.
Como Llanerense, algo de exconxurada tendré. Dice Víctor Manuel en su canción pequeña que cuando te pones a escarbar en la memoria vas escogiendo del pasado aquellas cosas que te apuntalan, que te afirman, que te enrocan, que te protegen de algunas sombras… Eso es lo que yo he hecho durante las dos últimas semanas, ejercitar mi memoria, intentado rescatar la historia contada, buscando rasgos de aquellos exconxuraos en la historia familiar, esa que se transmite entre generaciones, y de la que persisten solo algunos detalles, mezcla de historia, mezcla de leyenda.
Todos mis abuelos nacieron y vivieron en Llanera. Mi abuela paterna procedía de Ca Pablo, de Santa Cruz de Llanera, y mi abuelo de Ca Bartuelo, de aquí al lado, en Ables, que fue donde vivió mi padre su infancia y juventud. Mi abuela materna era de Ca Ranes, en Guyame (quien no conoce Ca Ranes, si era la parada del Llanera) y mi abuelo, también de Guyame, de un poco más abajo de Ca Pin. En Ca Pin nació mi madre, mi tío, mi hermana, yo (bueno, todos ellos dicen que soy de Oviedo por eso de que nací en maternidad, no como ellos que nacieron literalmente en casa).
Guyame, San Cucao, es el lugar en el que nací, y en el que pasé los dos primeros años de mi vida. No tengo recuerdos vividos de esa etapa, aunque si muchos recuerdos contados. Cuando tenía dos años nos trasladamos al Carbayu, a Lugones. Casualmente en aquella zona de Lugones, residíamos un minicolonia de vecinos, que antes lo fueran de Ables. Creo que se trasladaron a trabajar a la fábrica de explosivos que estaba situada en lo que hoy es el parque de la Cebera, en la frontera con Llanera. Allí fui al colegio público del Carbayu y al Instituto de Lugones, que era en el que en aquella época coincidíamos todos los de Lugones, Llanera, la entonces reciente urbanización de la fresneda, y alguna gente de la Corredoria y hasta de la avenida del mar. Durante toda esa época mi relación con Llanera fue constante. Todos los fines de semana veníamos a casa de mi abuela. Había que venir a por la leche, entonces había vacas y sobre todo a ver a la abuela. Cuando llegaba el verano, tocaba la yerba y ahí estábamos todos. Los niños pradiábamos, pisábamos la yerba en la tenada…visto desde ahora seguro que lo que hacíamos era estorbar, pero en aquella época me daba la sensación de que desarrollábamos una tarea fundamental. Recuerdo ir a la yerba en el prao en el que vivo ahora. Antes llevaba una semana recogerla, ahora lo hacen en unas horas. Es un ejemplo claro de la evolución de los tiempos.
Pero en mis veranos no había solo yerba, también había fiesta. No esta fiesta, que no existía. En Ca Pin celebramos siempre la fiestona, que por aquella tampoco se celebraba en realidad, pero nos daba igual, en nuestra casa se celebraba. Y no éramos los únicos, en más casas, por lo menos de Guyame, se celebraba. Recuerdo aquellos veranos, en los que alguna vez con mi hermana Elena y otras sola, me quedaba en la casa familiar. Dormíamos 4 en una habitación, mi abuela me hacía chocolate para desayunar y pan en el horno de la cocina de carbón. Íbamos a la fuente a por agua, donde casi siempre había alguien lavando, me peleaba con mi primo …hacía vida de pueblo en definitiva. A veces, aunque la casa ya no se parece en nada, cuando llego recuerdo todavía aquel olor a pan recién hecho.
Después del instituto llegó la Universidad. No se por qué, pero siempre quise ser matemática, y tuve la gran suerte de que el curso que yo empezaba a la universidad fue el de arranque de los estudios de matemáticas en la Universidad de Oviedo. Así que pertenezco a la primera promoción de matemáticos de nuestra Universidad. Después, como tantos jóvenes que aún hoy siguen haciéndolo, me fui a trabajar fuera de Asturias. Realicé la tesis doctoral en la Universidad Carlos III, a la vez que trabajaba como profesora. Con mucho trabajo y una dosis de suerte, pude volver a mi casa, a Asturias. Nos instalamos en Gijón, donde nacieron mis dos hijos. Volví también a la Universidad de Oviedo, la Universidad de Asturias, que tanto me ha dado. Aquí, en la Universidad de Oviedo he pasado por todos los tipos de contratos, hasta obtener una cátedra de Inteligencia Artificial en 2019. Hace unos días, el señor alcalde presentó los festejos de este año como un viaje desde el medievo al futuro, o ya el presente, que representa precisamente la Inteligencia Artificial. No, no voy a hablar de IA, pero créanme, aunque piensen que no, seguro que ya la han usado, convivimos con ella, aunque no la veamos. De aquel mundo de los exconxuraos pocas huellas encontramos hoy. A veces pienso que los cambios que se van a producir en nuestra sociedad, en nuestra vida, gracias a la IA, van a ser tan acusados como los que se han producido del medievo hasta ahora y sobre todo se producirán a mucha más velocidad. Tendremos que subirnos también a este tren, no vamos a poder rebelarnos.
Después de vivir en lugares varios, junto con mi marido, Luis, que aunque avilesino orgulloso, también tiene raíces en Llanera por via paterna, decidimos asentarnos en San Cucao, en Guyame, donde llevamos viviendo desde 2008. Volví al lugar donde nací, donde hice la primera comunión, donde me casé. Creo que estamos profundamente enraizados. Nuestros dos hijos tienen clarísimo de donde son. Son y se sienten llanerenses. Ellos mismos se llaman Samuel y Mateo Ca Pin…..Este fin de semana, estarán en el recinto ferial en la barra de las fiestas de San Cucao, colaborando. Hasta defienden los colores de nuestro equipo de futbol.
Como he dicho al principio de este pregón, para mi este es un acto muy emocionante. En las primeras personas que pensé cuando recibí tu invitación, Gerardo, fue en las mujeres de mi familia, en lo que las mujeres hemos cambiado. Y por eso querría aprovechar este momento que me brindas, para homenajear a mis abuelas, mis abuelas llanerenses. Creo que hoy estarían muy contentas. Mi abuela Leontina. Los ojos de aquella niña que fui siempre imaginaron detrás de aquella mujer dulce, serena y tranquila, siempre vestida de negro, a una miss, miss Llanera pensaba yo. No se si realmente su belleza era tal. A mi me lo parecía. Que puedo decir de mi querida abuela Pilar?, pues que era una mujer tremenedamente generosa, pero sobre todo era la mujer más inteligente que he conocido. La maestra recomendó que la estudiaran. Y aunque en su familia tenían medios, la recomendación cayó en saco roto. No se si ellas vivieron la vida que quisieron vivir. Sospecho que ni se plantearon que vida querían vivir. De aquella, no se estilaba.
Y mi madre, ay mi madre, a ella la mandaron a coser a Ca’l Menor, sin salir del pueblo, Era justo lo que no quería. Quizá por eso mi madre, Carmen, y mi padre, Luis, siempre tuvieron claro que su prioridad era que mi hermana Elena y yo estudiáramos, que estudiáramos lo que quisiéramos, que fuéramos independientes. Sin su sacrificio y su empeño, seguro que hoy no estaría aquí.
¿Por qué hablo de las mujeres de mi familia? No se, alcalde, si pensaste en mi como pregonera entre otras cosas, por ser mujer. Hemos dado pasos de gigante en la visibilización de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad. No somos iguales, que aburrido sería que fuéramos iguales. Otra cosa es la igualdad de oportunidades y de derechos. Tenemos que avanzar hasta ese mundo, no se si utópico, en el que las medidas de discriminación positiva sean anecdóticas, porque las decisiones estén libres de sesgos, de sesgos visibles ….y de los invisibles. Y para conseguirlo, nosotras, nuestras familias, la sociedad en su conjunto, somos la palanca fundamental. Si por mi experiencia pudiera dar un consejo, diría que podemos ser lo que queramos ser. Somos necesarias en todos los lugares, en todas las profesiones, en todos los contextos. No digáis “no quiero” cuando estáis pensando “no puedo”. Sobre todo no penséis “no puedo”, aunque a veces sepáis lo difícil de la misión.
Creo que existen lenguajes y actitudes no escritas que revelan nuestra esencia y definen lo que valoramos. Hace unos minutos mencioné a la Universidad de Oviedo, que tanto me ha brindado. Gracias a mi trabajo he tenido la oportunidad de conocer otras culturas, diferentes experiencias de vida, aprender de las tradiciones de otros lugares y al mismo tiempo apreciar aún más nuestras propias costumbres y a valorar lo positivo de ellas. Cada cultura tiene sus propias riquezas, y al conocerlas, podemos entender mejor lo que hace única a la nuestra. Nuestra sociedad ha cambiado, pero los españoles mantenemos nuestras propias señas de identidad, entre ellas, valoramos la cercanía y el apoyo familiar como pilar que sostienen nuestra identidad y nuestra forma de vivir. Quizá eso nos trajo a la gran familia que es Llanera.
Llanera es un lugar dinámico y atractivo para vivir y trabajar, que te proporciona el placer de estar cerca de todo, en tranquilidad. Te permite disfrutar de la naturaleza, basta pasear por Los Covarones del Río Tuernes, la senda del Río Nora, la ruta de los Palacios, la de las fuentes que han sido rehabilitadas en los últimos años. También disfrutar una rica gastronomía.
La combinación de crecimiento económico, mejoras en infraestructuras y una vida cultural vibrante hace de Llanera un ejemplo de cómo un municipio puede adaptarse y prosperar. Nos faltan algunas cosas, por ejemplo conseguir que no pase todo el tráfico por Posada todos los días y a todas las horas …… no creo que haya lugar en Asturias de tamaño similar que soporte el tráfico que nosotros soportamos. En cualquier caso, vivimos en un lugar privilegiado, en el corazón de nuestra región, que se adapta a los cambios, manteniendo al mismo tiempo su identidad y tradiciones.
Termino ya volviendo a lo que celebramos hoy.
El histórico acontecimiento de los Exconxuraos de Llanera es un testimonio vivo de cómo una comunidad puede superar sus diferencias y lograr la reconciliación. Este acontecimiento, que inicialmente simbolizaba división y castigo, se ha transformado en una celebración que hoy en día destaca la resiliencia, la unidad y la capacidad de reconciliación de la comunidad. Valores, sin duda, a los que deberíamos mirar en estos días que vivimos. Aprendamos de nuestros antepasados
Los exconxuraos de Llanera encontraron en la adversidad una razón para unirse. Hoy, los vecinos de Llanera mantenemos vivo ese espíritu de unión. En todas las parroquias participamos de forma activa en iniciativas variadas, tenemos asociaciones muy activas, nos unimos para celebrar esta, nos reunimos para comer, eso no puede faltar. Ya no queda nada del dicho “De Llanera, ni el polvo siquiera” porque de hecho, quien pisa Llanera, siempre regresa.
Vecinos, vecinas, visitantes
Vivan los Exconxuraos
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