CARTA AL DIRECTOR
Un loco anda suelto
¿Adónde nos llevan las políticas de Trump y cuál debe de ser la respuesta adecuada?
El reciente nombramiento de Donald Trump como presidente de uno de los países más poderosos de la Tierra y sus planes para el mundo ponen en evidencia el concepto que de democracia tiene el pueblo norteamericano y su filosofía de dominio, que pone en riesgo la seguridad mundial.
Su anunciada política expansionista pretendiendo anexionarse Groenlandia, el canal de Panamá, integrar a Canadá como un Estado más de EE UU, o hacer de Gaza un paraíso turístico muestra en manos de quién estamos.
La anunciada aplicación de altos aranceles a México, Canadá o a la misma China supondría una recíproca aplicación por esos países, lo que implicaría de facto un incremento de los costes de las mercancías importadas o exportadas, de cuyo encarecimiento se resentirían los sectores más vulnerables de las sociedades de esos pueblos. Queda pendiente su posición respecto a Europa, de la que el sector automovilístico y agrario sería el más perjudicado. Un duro golpe para la ya maltrecha situación económica de Alemania y en menor escala para nuestro país.
Europa ya tenía que pronunciarse al respecto e ir trabajando en una política común que pare los pies al aventurero de Trump.
La expulsión indiscriminada de emigrantes y el trato recibido, encadenados como vulgares delincuentes o "criminales", que es el trato que les da, el envío a la base ilegal de Guantánamo, que vulnera todos los Derechos Humanos y es ajeno a todo testimonio al estar fuera los medios de comunicación, hace impredecible cuál será el final de todas esta medidas, para las que, como digo, Europa parece estar ajena a esta involución cuando no es aplaudida por los partidos ultras encantados con estas medidas, salvando, claro está, aquella emigración sobreexplotada en nuestros invernaderos, cuidando a personas mayores o haciendo los trabajos peor remunerados, peligrosos e insalubres.
La imposición de que se aplique el 5% del presupuesto a "defensa" (curiosa palabreja que no significa otra cosa que el rearme militar) y el anuncio de que será a cargo de congelar o reducir pensiones, la sanidad o la educación, crearía una seria grieta en las sociedades de imprevisibles consecuencias. A tal locura se añade la amenaza de expulsión de dejar a los países que no lo apliquen fuera de la OTAN.
Europa debería meditar sobre las consecuencias de estas medidas. Todo apunta a que nuestros "enemigos" están más hacia el oeste que hacia el este.
La salida de EE UU de la Organización Mundial de la Salud (OMS), poniendo en riesgo las prestaciones a los países más vulnerables, reduciendo la investigación, etc., atañerá a la ya deteriorada salud pública y la lucha contra epidemias como el ébola, la malaria o el mismo cáncer, que afectará incluso a la misma sociedad norteamericana, ya de por sí deplorable.
La salida de la Corte Penal Internacional, otra metedura de pata que deja sin recursos este organismo perjudicando su labor imparcial e independiente. Trump no quiere que sus aliados puedan ser juzgados por crímenes de lesa humanidad, como es el caso de Israel, ni tampoco sus propulsores, defensores y financiadores.
Dependerá de la interpretación que los propios jueces norteamericanos hagan de estas leyes ya firmadas o las que han de venir y adónde nos lleva si son ejecutadas. Algunas como la aplicación arancelaria han sido retrasadas un mes, y habrá que ver cómo quedan y cuáles son las consecuencias, pero Europa debe estar alerta y dejar de ser acólita de potencia alguna.
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