SIERO

SOCIEDAD

El colegio público Hermanos Arregui dio la bienvenida a un alumno llegado de Ucrania tras iniciarse la guerra

Viernes 18 de Marzo del 2022 a las 00:00


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Vasylyna Skoropaniusk junto a sus dos hijos, Nicolás, de 7 años, y David, de algo más de 1 año, salió de Ucrania los primeros días, que se inició la guerra por la invasión Rusia a su país, pasando la frontera con Polonia y finalmente llegó a Siero, en concreto a Valdesoto donde reside con la familia de Juan Castaño.“Juan y María José nos están dando de todo, nos ayudan y nos facilitan todo, María José, su mujer, no me deja hacer nada en casa ni poner la mesa, ni limpiar los platos ni la ropa. Estamos en una casa grandísima acogidos con otra familia de tres personas y cuatro perros. Mis hijos están muy contentos y para ellos son como unos abuelos, Juan juega muchísimo con ellos y se portan fenomenal. David le llama a Juan “yaya”, que es tío en ucraniano y a María José la llaman abuela. Nicolás les dice a mis padres que está muy feliz aquí, incluso les saluda diciendo Hola”, relata entre risas y lágrimas Vasylyna.

Aunque en Valdesoto están fenomenal, para ella todo se ha quedado en Ucrania: su marido, sus padres, sus hermanos, sus abuelos, sus amigos, entre otras muchas cosas. “Mi vida era completamente normal, cuidaba de mis hijos, les llevaba al parque, la colegio, a inglés, mi marido trabajaba. Vivíamos en Lviv, teníamos una casa, un coche. El día 23 de febrero nos avisaron de que se iba a hacer un simulacro con las sirenas, para ver si se oía en toda la ciudad, iba a ser de 11 a 12 horas, pero yo ese día no las oí. Fue al día siguiente, el 24 de febrero, cuando a primera hora de la mañana nos despertó Nicolás avisándonos de que estaba sonando la sirena y cuando cogí el móvil la profesora nos había mandado un mensaje, donde nos decía que no iba a haber colegio, porque comenzaba la guerra. No me lo podía crear y me fui informando buscando noticias, vi que había comenzado porque habían lanzado bombas a muchas ciudades ucranianas”, comentó.

Una vez que comenzó la familia decidió esperar dos días en su casa y después Vasylyna con sus dos hijos se trasladó a casa de sus padres, en Ternópil, a casi 200 kilómetros de Lviv, allí estuvieron tres días, “mi marido se quedó el Lviv, me llamó por teléfono y gritándome para que le hiciera caso me dijo que me tenía que ir a Polonia, discutimos porque yo no quería dejarle solo. Le hice caso, cogimos las cosas más importantes y nos fuimos, una vecina me avisó de que se había abierto una frontera nueva y no había nadie, en una hora estaba en Polonia, fue un regalo para la gente de mi país. Pasamos muy rápido, en la frontera me preguntaron cuántos éramos le dije que tres y nos dieron un trozo de papel con ese número y me lo sellaron como salida de Ucrania y entrada a Polonia, pasamos y la chica de Ucrania nos pidió los pasaportes, pero yo solo tenía el mío no me había dado tiempo a hacérselo a mis hijos, presenté la partida de nacimiento de mis hijos y me sellaron el pasaporte. Nadie miró si eran mis hijos de verdad o los apellidos, pasé con ese sello, yo podría meter 20 niños en mi coche y nadie se hubiera enterado. Pero esto ahora ha cambiado tardan días, en una cola de 30 kilómetros”, explicó.

Después en Polonia fueron a casas de amigos, donde pasaron varios días, hasta que una amiga suya, Alana que es la madrina de su hijo Nicolás, le llamó por teléfono para saber cómo estaban y le ofreció la posibilidad de irse a Madrid, “yo le dije que a Madrid no iba a ir y me dijo que su novio conocía a una chica, la hija de Juan, cuyos padres querían ayudar a familias ucranianas y nos pusimos en contactos, me compraron los billetes de autobús y el día 6 cogimos el bus y el 8 de marzo llegamos a San Sebastián, donde nos fue a recoger Juan y nos llevó a Siero. Hemos tenido mucha suerte por haber salido tan pronto del país”, explicó.

Vasylyna habla con su marido y su familia todos los días, “mi marido está bien, está como voluntario repartiendo medicinas, comida y todo lo que llega de ayuda humanitaria, que entra por la frontera de Polonia. Mis padres y hermanos también están allí y no quieren salir, porque no quieren dejar allí a sus maridos, ya que no se puede ir del país porque han sido reclutados para la guerra, los hombres de 18 a 60 años tienen que quedarse allí”, explicó.

Vasylyna aseguró que si mañana decretan el alto el fuego y se acaba la guerra ella volverá a Ucrania, para estar con su marido y su familia, no sabe por cuánto tiempo, porque antes de que diera comienzo la guerra se habían planteado la idea de vivir en nuestro país. “Mi marido ama España, trabaja aquí en las ferias y mercados vendiendo productos artesanales y considera que este es el país que más le entiende en su forma de ser, porque le gusta hacer bromas y hablar con la gente. Pero estoy segura de que volveremos a Ucrania”, afirmó.

Juan Castaño aseguró que uno de los principales problemas a los que se enfrentan para regular la situación de Vasylyna y su familia es que las administraciones van muy lentas, “el lunes tienen una reunión con extranjería y nos han dicho que por lo menos tres años pueden quedarse aquí, aunque ya tiene empleo en una cafetería en Pola y eso es algo más que tiene ganado. En el centro de salud el problema que hemos tenido es que atienden a los niños sin ningún problema pero a ella no, porque no tiene los papeles ahora. Los Servicios Sociales no nos han ayudado en nada e incluso no hemos podido matricular al niño pequeño en una escuela infantil pública. Los que realmente se han molestado y no pusieron ninguna pega fue en el colegio público Hermanos Arregui en Pola, en dos horas Nicolás estaba escolarizado y sin ningún problema y en extranjería son muy competentes y te dan soluciones”, apuntó.

Hay mucha gente que está colaborando y ayudándoles en todo, les lleva comida, cosas para el bebé, ropa y todo lo que puedan necesitar en cada momento. Además, participan en una campaña solidaria de Ayuda a Ucrania “Juntos somos más”, que en colaboración con la empresa Alsa va enviar autobuses con ayuda para Ucrania y de regreso traerá familias de refugiados, que serán acogidas por familias españolas, para financiar el coste de la gasolina que asciende a 11.000 euros, han abierto un número de cuenta para aquellas personas que quieran colaborar. IBAN ES55 3059 0006 2934 1245 2728.