LLANERA

CARTA AL DIRECTOR

8-M Día de Esperanza y Futuro

Martes 08 de Marzo del 2022 a las 00:00


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Cada 8 de marzo, son muchas las voces que se alzan en pro de la igualdad real. Un día marcado en el calendario desde 1910, año en el que se proclamó éste como el Día Internacional de la Mujer. Más de un siglo después, continuamos homenajeando en esta fecha a las mujeres que en tiempos pasados lograron forjar muchos de los derechos de los que hoy disfrutamos. Sin embargo, esta fecha sigue siendo, también, la que nos recuerda que aún son muchos los logros que nos quedan por alcanzar para acabar con las desigualdades que aún existen entre hombres y mujeres. Aún es largo el camino que nos queda por recorrer para alcanzar la igualdad real.

Como mujer me enorgullece celebrar cada 8 de Marzo junto a otras voces femeninas y también masculinas, para dar valor también a la amplia historia que esta fecha representa y significa para la sociedad en su conjunto. La igualdad solo avanza en democracia y no hay democracia sin reconocimiento de la igualdad. Así lo reconoce la historia reciente de la que somos observadores cuando recordamos los más grandes hitos, como la aprobación del sufragio femenino, del que el pasado año se cumplieron 90 años; y la historia presente, de la que somos testigo y activos para romper los techos de cristal en el ámbito familiar, laboral y social que aún frenan el avance de los derechos de la mujer.

El duro trabajo realizado por las mujeres que nos precedieron, sus logros y esfuerzo, siguen marcándonos hoy la senda para continuar labrando el camino hacia la igualdad, entendiéndose ésta como un derecho universal y que, por lo tanto, no es propiedad de siglas ni de colores partidistas.

Hay quien aún hoy pretende abanderar esta lucha contra las desigualdades de género alimentando una discriminación positiva. Positiva o negativa, la discriminación conlleva a la división y, por lo tanto, a las antípodas de lo que la igualdad significa y aporta a nuestra sociedad.

“Me siento ciudadano antes que mujer”, ya lo decía Clara Campoamor en el Congreso de los Diputados en su defensa de incluir a la mujer en el derecho al sufragio, en su lucha por la

igualdad de género en la política española. Hoy, sus palabras siguen tomando fuerza como llamamiento, primero, a la suma de los hombres para avanzar hacia la igualdad real y efectiva y, segundo, para, juntos, lograr que cada vez sean más las mujeres en ocupar cargos de máxima responsabilidad.

El avance es también sinónimo de unión, de optimismo y de futuro, un futuro que toma como base lo que verdaderamente es primordial para nuestra sociedad: la educación desde la edad más temprana. Educar en igualdad es la mejor semilla que podemos abonar para cosechar en las generaciones venideras. Enseñándoles en un entorno de coeducación y de conciliación, poniéndoles el foco en un futuro igualitario, en el que las oportunidades laborales sean idénticas para hombres y para mujeres, porque, no nos llevamos al engaño, las mujeres aún tienen más dificultades para progresar en sus puestos de trabajo por cuestión de género.

El número de mujeres en cargos de alta dirección aún es muy inferior al de hombres ejecutivos. Así lo constatan muchos estudios. La brecha salarial entre hombres y mujeres aún existe y la conciliación laboral sigue siendo uno de los mayores problemas que afectan y recaen sobre la figura de la mujer. Por eso, como mujer y como política, me siento en la responsabilidad y en la obligación de trabajar por hacer políticas reales entendiendo que solo con políticas efectivas, podemos poner fin a las diferencias que aún frenan la carrera por la igualdad. Políticas como la que el PP propuso en el Ayuntamiento de Llanera para que las familias de nuestro concejo pudieran optar a becas para la conciliación de la vida familiar y laboral, y que, sin embargo, no pudo ser posible al votar en contra de esta ayuda tanto el PSOE y Podemos.

En igualdad no se avanza con fotos ni pancartas, sino con iniciativas efectivas. Políticas que suponen avances en la defensa de la mujer como lo fue el Primer Gran Pacto de Estado contra la Violencia de Género o la primera gran Ley de Conciliación de la Vida familiar y Laboral, ambos aprobados por gobiernos del Partido Popular; el mismo en ser el primero en contar con mujeres en puestos de máxima responsabilidad en las instituciones públicas.

De nada sirven las fotos si sus mensajes no se trasladan a la sociedad como las medidas que abran puertas, que rompan esos techos de cristal y cierren brechas. Las mujeres de hoy y las de mañana, y la sociedad en general, requerimos de políticas y no de

luchas ideológicas. Porque la igualdad es un derecho universal que no entiende de siglas ni de colores vinculados a uno u otro partido; la igualdad se basa en la implicación de todos por igual, hombres, mujeres, empresas e instituciones públicas, para poder avanzar. Por ello, la única bandera que se entiende es la de los derechos humanos y sociales, la misma que la igualdad real implica.

El 8 de marzo debe servirnos para reivindicar los muchos retos que aún tenemos que combatir unidos, como una sola voz, para alcanzar la igualdad real; un derecho por el que seguir trabajando sin descanso cada día del año.

Una mujer que se siente muy orgullosa de serlo, pero sobre todo de ser un ser humano que cree en la igualdad real y efectiva de las personas.